Memento Mori, una frase latín quiere decir “Recuerda que vas a morir”, una de las bellas frases que marcó en mí hace algunos años. No fue a raíz de algún doloroso incidente personal, como alguien una vez me preguntó. A decir verdad, he sido afortunado en ese aspecto(lejos de muchos dolores).
Sin embargo, quizá debido a mi naturaleza curiosa y mi necesidad de control, siempre he buscado estar consciente de mi entorno, pero sobre todo, consciente de que no estaré aquí para siempre. Quizás nunca llegue a presenciar la conquista de otros planetas, los viajes a dimensiones supraterrenales, o la revelación final sobre lo que yace más allá de nuestra existencia física. Pero esa limitación, lejos de angustiarme, me impulsa a disfrutar mi presente (a mi manera).
Fue por eso que decidí adquirir un calendario de Memento Mori, también conocido por algunos como el “calendario de la muerte.” En él marco cada semana que ha transcurrido, y cada una que me queda por vivir (hipotéticamente). Para mí, es un ejercicio revelador, una confrontación constante con lo inevitable.
Recuerdo que compartí una imagen de ese calendario en mi Instagram. Varias personas me preguntaron qué era. Con paciencia les expliqué el significado y mi interpretación del calendario de la muerte. Sin embargo, noté cómo muchos se estremecían ante la idea, aterrados no tanto por el calendario en sí, sino por el simple hecho de enfrentar su propia mortalidad.

¿Por qué el miedo?
El año pasado, alguien me dijo: “No a todos les gusta hablar de la muerte, les aterra.” Al principio, me sorprendió, pero después de meditarlo un momento me di cuenta que era cierto.
Y es que es parte de nuestra naturaleza humana temer a lo desconocido, a aquello sobre lo que no tenemos control, a la pérdida inevitable. Hablar de la muerte no solo evoca el fin, sino que también despierta esos pensamientos existenciales que nos cuesta afrontar. Cuestionamos el sentido, el propósito, y el vacío que se avecina.
A medida que los años pasan, la idea de la muerte se convierte en una presencia ineludible. Nos damos cuenta, casi en silencio, de que cada día nos acerca a esa recta final de la vida. Es una verdad que todos conocemos, pero pocos se atreven a nombrarla, a mirarla de frente. Y sí, lo reconozco, puede sonar duro… pero ¿acaso no es en esa dureza donde la vida adquiere sentido?
Apalancádose de la muerte
¿Qué pasaría si transformáramos la muerte en una catapulta, un motor… para vivir una vida más plena, con más significado? Que la muerte, en lugar de ser solo un final inevitable, se convirtiera en una compañera silenciosa que nos invita a reflexionar sobre el porqué de nuestra búsqueda de propósito y el disfrute consciente de nuestra existencia. Porque, al fin y al cabo, nadie podrá escapar.
Steve Jobs, una mente que siempre he admirado por su genialidad en los negocios, dijo una vez: “Quizá la muerte sea el mejor invento de la vida, pues nos recuerda que el tiempo es limitado, y eso nos obliga a vivir con propósito.” Jobs, quien falleció de cáncer, vivió sus últimos días con la certeza de que su tiempo estaba contado. Lo habían desahuciado, y sabía que sus días eran finitos.

Imagino que cuando te revelan tu número – esa fecha inevitable en la que abandonarás este mundo – algo profundo en ti cambia. Tus valores se reorganizan, tus prioridades se agudizan, y el cristal a través del cual ves la vida se transforma. Tal vez, enfrentarte a ese horizonte final puede ser también una experiencia hermosa, una oportunidad para percibir lo efímero como un recordatorio constante de que, precisamente porque el tiempo se agota, la vida merece ser vivida con intensidad y propósito.
Personal
No me malinterpretes, amo profundamente la vida. Soy consciente de que un día llegará mi momento, y cuando lo haga, espero también recibirlo con serenidad. Mientras tanto, me dedico a disfrutar a mi manera, con responsabilidad y libertad. Una libertad que ahora trato de cultivar con disciplina, para tener el control de elegir el rumbo que deseo darle a mi vida.
El miedo a la muerte parece tener una relación inversa con el propósito o los objetivos de vida. Cuando el propósito se vuelve más claro, ese temor tiende a desvanecerse, haciendo que hablar sobre la muerte sea un tema más accesible y menos intimidante.
Post inspirado después de recordar una cita de Viktor Frankl y después de leer la frase que dice al pie de mi calendario de la muerte.
«No es que tengamos poco tiempo de vida, sino que desperdiciamos gran parte de ella. La vida es suficientemente larga y nos ha sido dad de manera generosa para la realización de nuestras mayores hazañas, si la empleamos bien»
Escrito por: Joey Marcos